Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1559
Legislatura: 1893-1894 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 10 de julio de 1894
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 176, 5652-5653
Tema: Sesión del 9 de julio de 1984

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS: Voy a decir muy pocas, en contestación a las pronunciadas por el Sr. Sol y Ortega, que verdaderamente me han sorprendido?

El Sr. SOL Y ORTEGA: Siempre le sorprenden a S. S. estas cosas.

El Sr. CEBALLOS: ¡Lo ve S. S., cómo no tiene esa calma de que alardea!

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS: Digo que me han sorprendido, porque S. S. dice que dirigí insultos a la minoría republicana.

Declaro, Sres. Diputados, y declaro, Sr. Sol y Ortega, que si dirigí esos insultos, los compañeros de S. S. que hablaron después que hablé yo, no se hicieron cargo de esos insultos: no serían tan graves ni tan importantes, cuando pasaron desapercibidos porque después de hablar yo, habló el Sr. Ballestero, habló el Sr. Azcárate, habló otro diputado de la minoría republicana, y nada dijeron de los insultos que yo dirigí a la minoría republicana; de manera que S. S. tiene la epidermis más delicada que sus dignos compañeros, cuando debiendo protestar en el acto no protestaron y han aguardado a que S. S. proteste hoy después de pasada una noche.

No dirigí insulto alguno a la minoría republicana, tan lejos de mi ánimo estaba dirigir insultos a la minoría republicana, que cuando en el calor de la improvisación pronuncié alguna frase que disgustó a la minoría republicana, yo, espontáneamente, en el acto la di por retirada y pedí a los taquígrafos que no la hicieran constar.

El Sr. BALLESTERO: Pues en el Extracto está.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS: Pues si está, también estará mi protesta y la retirada de lo que ofendió. No hay, pues, motivo para volver sobre el asunto, y por eso los compañeros de S. S. no se hicieron cargo de esa frase, porque me adelanté a retirarla.

No dirigí insulto alguno a la minoría republicana; primero, porque no se debe insultar a nadie y menos a una colectividad, y segundo, porque no está en mi carácter, ni en mi ánimo, ni en mi intención, insultar a nadie. Me defiendo como puedo, ataco cuando creo que debo atacar, pero guardando a los individuos, como a las colectividades, todas las consideraciones debidas; y en ese sentido, todavía digo a S. S. afirmando y confirmando cuanto dije bajo el aspecto político a la minoría republicana, que si hay frase o palabra mía que pueda parecer ofensiva, desde luego la doy por retirada y me arrepiento de haberla pronunciado. (Varios Sres. Diputados de la mayoría: ¿Qué más?) Mi tesis es esta: habéis sido prudentes, habéis tenido una prudencia que os agradecemos en cuestiones importantes y me extraña que la Comisión de actas se había dividido, en que mayoría y minorías podían votar libremente. No tenéis motivo para entregaros al despecho, como os entregasteis porque la votación os haya sido adversa: ese era mi argumento. (Bien, bien.)

Ese argumento lo repito. No tenéis motivo para salir de la actitud patriótica que habíais adoptado. Aún se comprendería que prescindierais de ella si se tratara de algo que afectara a vuestra organización, que se relacionara con vuestros principios, que interesara al país en general, pero por una cuestión de actas, por una cuestión dudosa, por una cuestión en que mayoría y minoría se dividen, como se dividieron ayer, no hay motivo, ni razón, ni siquiera pretexto, para adoptar una actitud no conforme con esa actitud patriótica que habéis seguido en cuestiones graves e importantes. (Muy bien, muy bien.) Ese es mi argumento de ayer y ese es mi argumento de hoy. Si fuera de él pronuncié alguna palabra que pueda herir, no digo vuestra dignidad, pero ni siquiera [5652] vuestra susceptibilidad, la doy por retirada, dejando en pie toda mi argumentación.

Por lo demás, no voy a entrar en una cuestión que el digno Presidente que nos presidía ayer aclarará; pero hay que creer lo que dice el Extracto porque no debemos entregarnos a la impresión que cada cual recibiera en aquellos momentos de verdadera confusión; no es posible que el Sr. Sol y Ortega oyera lo que dijo el Sr. Vicepresidente, porque casi ningún Diputado pudo oír lo que dijo; tal era la confusión que en aquellos momentos reinaba; pero cuando el Extracto de la sesión así lo contiene, evidentemente las palabras que el Extracto pone en boca del presidente fueron por él pronunciadas, y no se puede poner en duda lo que el Presidente dice, después de traducido e inserto en el Diario de Sesiones y en el Acta de la sesión. (Muy bien, muy bien.)



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